El artículo
En la biblioteca digital de Internet Archive, ya no recuerdo cómo ni por qué –diría que me encontraba en una de mis búsquedas de información acerca de la existencia de dios–, me topé en cierta ocasión con un artículo de un tal Aldo Llanos Marín, titulado: ¿POR QUÉ CREER EN DIOS? – En clase con un ateo[1], en el que el autor, respondiendo a cada una de las preguntas de un individuo ateo –que supongo que sería su estudiante– se encarga de «demostrarle» a éste y al lector cómo es que creer en dios no solo es algo razonable, sino que es «lo más razonable», según una serie de «argumentos» expuestos a lo largo de la «charla». Se trataría el artículo, bajo esta perspectiva, de un intento de parte del autor –es decir, Marín–, de demostrar la existencia del dios católico como creador del universo y de la humanidad, a partir, en apariencia, de elementales razonamientos.
Mirando el artículo como una suerte de debate en un salón de clases acerca de la existencia de dios, lo que sería una apreciación habitual de cualquier intercambio de palabras entre un ateo que hace preguntas para cuestionar de algún modo la convicción religiosa de un cristiano que a su vez responde para defenderla, da la impresión de que el creyente es quien tiene la razón, o, dicho de un modo, si se quiere, más concreto, de que el creyente, al responder a cada pregunta de su interlocutor, es quien sale victorioso de la discusión. Produciéndose de esta manera en el lector la sensación de que el ateo, al ver contestadas sus dudas, no es capaz de sostener su postura en cuanto a la existencia de dios, y demostrándose a partir de aquí que, en efecto, lo más razonable es creer que dios sí existe.
Ahora, yo diría que la percepción de que el creyente es quien sale airoso de la plática se debe a que las preguntas manifestadas por el alumno ateo: están lejos de exponer las principales razones por las que una buena cantidad de gente niega o pone en tela de juicio la existencia de un dios creador del universo, teniendo incluso una pobre conexión argumentativa entre ellas, lo que da cuenta de que ni siquiera están orientadas a la exposición de una idea concisa sobre la que se fundamente la postura ateísta; y no albergan ninguna contestación a los razonamientos con los que el creyente intenta probar su tesis, aún pese a que varios de éstos, como veremos, son relativamente sencillos de rebatir.
Lo que parece es que el alumno ateo formula preguntas a partir de lo primero que se le viene a la cabeza y sin intención real de contradecir al creyente o de demostrar por qué la existencia de dios no es razonable, sino más bien, diría uno, con el deseo de hallar sus propias verdades en las contestaciones del segundo, como lo haría un joven que no está demasiado seguro de lo que sabe y se siente tentado a explorar ideas opuestas a las suyas a ver si puede derivar de ellas una explicación más satisfactoria de la realidad que percibe. Situación que, a decir verdad, es mucho más frecuente en creyentes, dado que después de todo vivimos en un mundo históricamente dominado por las religiones, en el que lo común sigue siendo crecer con la idea, transmitida por nuestros padres y abuelos y recibida por éstos de parte de nuestros antepasados, de que fuimos creados por un dios todopoderoso.
De aquí la posibilidad de que el artículo no se refiera a ninguna conversación real entre un alumno ateo y un profesor creyente, sino que haya sido escrito por el segundo de forma tendenciosa con el objetivo de sostener y difundir de mejor manera su creencia en la existencia de dios –eso o que el mencionado alumno sea otro creyente más–. Y es que no luce probable que un ateo, habiendo sido creyente en algún momento de su vida y refutado eventualmente –de acuerdo con su propia percepción– lo que antes fueron sus convicciones para poder llegar a ser lo que es, haga preguntas para cuestionar a un religioso sin intentar armar a partir de ellas al menos un argumento con el que atacar la postura del último. Ni siquiera los ateos que suelen ser incapaces de construir razonamientos sólidos –que los hay en abundancia–, por ser su ateísmo otro tipo de fanatismo más y proceder éste de una suerte de tendencia hacia la rebeldía social en detrimento de lo establecido más que de un proceso de introspección y cuestionamiento racional a las enseñanzas recibidas de parte de su familia y comunidad, defenderían su postura de esa manera tan tímida. Su poca propensión a los análisis calmados, de hecho, los llevaría a atacar a su contrincante religioso con vehemencia y, por tanto, a no caer en preguntas tan ambiguas como: «¿Ha de haber una “causa primera”?», la cuarta de las 7 que el supuesto alumno ateo le hace al creyente a lo largo del artículo. Finalmente ¿Cómo es que termina un alumno ateo en la clase de religión de un profesor católico?

Por lo general me resisto a analizar o a ser partícipe en discusiones sobre asuntos que, aunque ciertamente controversiales, son a mi parecer intrascendentes para la sociedad desde un punto de vista pragmático. Quiero decir, razonar a favor o en contra de la existencia de dios no es algo que vaya a mejorar la vida de una persona más allá, en el mejor de los casos, de producirle alguna satisfacción emocional tras ver sus ideas en cierta medida confirmadas. Con todo, creo que de vez en cuando vale la pena hablar sobre estas cuestiones, aunque sea solo para ejercitar nuestro raciocinio, y más todavía si con ello se promueven actitudes socialmente saludables como la tolerancia y el respeto por opiniones distintas a las propias.
Los argumentos que el autor del artículo antes mencionado utiliza para probar la racionalidad de la creencia en dios, pese a no contener ofensas hacia quienes piensan distinto y estar razonablemente bien expuestos, son cerrados en el sentido de que poseen elementos –o afirmaciones– que tienden a erigirlos intransigentes frente a posibles intentos de réplica; cosa que observo como un error, debido a que la base de la mayoría de ellos es francamente débil. Un estilo de «razonamiento», a decir verdad y según mi experiencia, harto común en quienes representan alguna fe: la utilización de ideas o apreciaciones que, por ser aparentemente comunes en la mayoría de las personas, son propuestos como hechos irrefutables y que, a su vez, les permiten derivar la realidad que desde el principio buscan demostrar. Sin importar –o sin llegar a reconocer– lo descabellada que puede ser la deducción en sí misma, y no pocas veces, diría yo, haciendo uso de una interesante imaginación. Un modo de sustento a nuestras opiniones preconcebidas que, aunque puede ser entretenido, precisamente por partir de opiniones preconcebidas y profundamente arraigadas, suele carecer de rigurosidad analítica.
Los jóvenes de hoy en día
La primera afirmación que se hace en el artículo referido en relación con el tema a tratar, es que: «En estos tiempos actuales… tratar de comprender la vida misma, es un ejercicio que le cuesta mucho a los jóvenes de hoy… que no quieren pensar sobre los fundamentos trascendentes que dan sentido a toda la existencia»; con la que, diría yo, se intenta transmitir la idea de que los jóvenes ya no son tan religiosos en la actualidad –en comparación con épocas anteriores– porque ya no desean comprender el sentido de la vida; y establecer que el solo hecho de preguntarse por qué existimos nos lleva a dios.
Que la intensidad y la amplitud de la creencia en dios han disminuido en las últimas décadas es un hecho no muy difícil de corroborar a través de múltiples estudios y encuestas serias disponibles en internet, como la que utiliza el Pew Research Center[3], para su artículo: U.S. Public Becoming Less Religious[4], publicado en noviembre del 2015. Las actitudes de las nuevas generaciones, al menos en el mundo occidental, menos sujetas a normas preestablecidas –sociales y/o religiosas– y tendientes incluso a cuestionar, cambiar o simplemente derrumbar éstas, es otra realidad que se observa día a día a través de noticias y análisis en todo el mundo[5], y que se antoja como una prueba más de que la disminución de la creencia en dios es un hecho palpable. En este punto vale la pena acotar que, si bien la proporción de los no creyentes en relación con los creyentes ha crecido, lo que más se ha reducido no es la creencia en dios como tal, sino la práctica de alguna religión específica. El grueso de esos jóvenes rebeldes que son vistos como almas perdidas por los grupos religiosos más conservadores, continúa creyendo en dios, solo que ya no le asigna a este asunto tanta importancia ni asiste tanto a las iglesias o sitios de culto como antes.
En otro revés para quienes auguran el pronto fin de todas las religiones en el planeta, ni siquiera es certero sostener que el mundo se está volviendo menos religioso con el pasar de los años, aun pese a la disminución de la devoción en una gran cantidad de países, en especial del hemisferio occidental –y más notable todavía en Europa–; pues muchas de las naciones menos religiosas tienen poblaciones que se están reduciendo o que están creciendo con lentitud, en tanto que regiones con altas tasas de crecimiento poblacional son aún muy religiosas. Por ejemplo, en el África subsahariana, que posee la tasa de crecimiento demográfico más alta del mundo, el 88% de los adultos jóvenes y el 89% de los adultos mayores le otorgan una gran importancia en sus vidas a la religión, en contraste con el 19% de adultos jóvenes y el 26% de adultos mayores que hacen lo propio en 18 de 35 países del viejo continente. El punto de esto, y véase que soy parte de quienes opinan que con el tiempo la religión y la creencia en dios continuará perdiendo importancia relativa, es que la cuestión del aumento o la reducción de creyentes no es un hecho tan sencillo de sopesar como algunos creen.
Ahora, regresando a la afirmación del inicio de este apartado, que la disminución de la religiosidad en los jóvenes de hoy en día en el hemisferio occidental se debe a su renuencia a pensar en el sentido de la existencia, me parece un alegato, cuando no absurdo, sumamente frívolo; con el que, exceptuando a conservadores y fanáticos religiosos, creo que muy poca gente estaría de acuerdo. No parece muy sensato creer que en la actualidad se «piensa» menos que antes, considerando que hoy la sociedad en general cuenta con un acceso a la información que en el pasado ni siquiera se imaginaba. Un acceso que les ha brindado a las nuevas generaciones la oportunidad de acercarse a formas alternativas de comprender la realidad y que, asimismo, les ha llevado a cuestionar, cada vez con mayor frecuencia, las reglas bajo las que de una u otra manera sus padres y antecesores entendieron o entienden la vida. Objetar la comprensión del mundo de nuestros padres y abuelos para construir en su lugar una visión mucho más amplia que incluya las realidades que ahora nosotros percibimos y que ellos ignoran o ignoraron, es a mi parecer una clara demostración de que no pocos tratamos de darle un sentido a la realidad observable.
No es verdad entonces que los jóvenes ya no tratan de comprender la vida, sino que lo hacen de modos que cada día se alejan más de los propuestos en alguna época por cualquier religión determinada, al tiempo que se vuelven más flexibles frente a percepciones distintas. Así, mientras que en el pasado probablemente la gente hallaba sentido a la existencia en la práctica de alguna fe y sus reglas, hoy en día muchos lo encuentran en asuntos que nada tienen que ver con la religión clásica. Claro que esto puede ser algo muy complicado de entender para quienes están profundamente convencidos de que solo existe una manera correcta de ver las cosas, situación que, si bien no se limita a ellos, suele darse en no pocos creyentes a partir de las enseñanzas recibidas dentro de su religión.

La persistente exposición a diversas perspectivas, ya a través de las redes sociales, el internet o por el hecho de residir en comunidades donde confluyen distintas culturas, ha hecho que los jóvenes y adultos de hoy desafíen y/o se tornen indiferentes a la religión en su versión tradicional, en gran medida debido a la incompetencia de ésta a la hora de modificar o desprenderse de reglas que ya no tienen sentido para los primeros, según lo que observan en la cotidianidad de sus vidas. De aquí que la población de las ciudades más cosmopolitas sea precisamente la que tienda a ser menos religiosa, y que una buena cantidad de personas construyan su propia espiritualidad a partir de elementos de diversas tradiciones muchas veces incluso de culturas ancestrales o geográficamente lejanas.
Por otro lado, sin profundizar demasiado en los motivos, entre los integrantes de las generaciones de hoy ha estado presente desde muy temprano, y más que nunca en el pasado, la idea de que cada persona debe pensar por sí misma, y de que la autorrealización y la libertad de expresión son elementos fundamentales para una buena vida, mismos que en no pocas circunstancias se ven conflicto con las religiones, dada la expectativa en éstas de que sus fieles sean obedientes y sigan sin cuestionamientos su línea de enseñanza oficial. Lo que, asimismo, en ocasiones las hace parecer intolerantes y hasta abusivas; apreciaciones que son afianzadas cuando los representantes de los sectores más conservadores salen a criticar los «males» de la actualidad y con noticias de actos de extrema intolerancia en nombre de una fe determinada.
Esta desconexión entre la religión y la vida de los jóvenes en la actualidad –al menos en el hemisferio occidental– queda bastante bien expuesta en el artículo Six Reasons Young Christians Leave Church[7], de la fundación de defensa cristiana BioLogos[8], publicado en el 2017, y en el que se habla de los resultados de un proyecto de cinco años dirigido por Barna Group[9], con el que se buscaba explorar las oportunidades y desafíos del desarrollo de la fe entre adolescentes y adultos jóvenes, a través de 8 estudios que incluyeron entrevistas con adolescentes, adultos jóvenes, padres, pastores de jóvenes y pastores principales. Con la investigación se descubrieron 6 motivos de peso por los que casi 3 de cada 5 cristianos jóvenes se alejan de la iglesia de forma permanente o por un tiempo prolongado. Éstos incluían comentarios como: «la iglesia ignora los problemas del mundo real», «la fe no es relevante para mi carrera o intereses», «el cristianismo es anticientífico», «las enseñanzas de la iglesia sobre la sexualidad y el control de la natalidad están desactualizadas», y «la iglesia es como un club de campo, solo para los iniciados», que claramente dan cuenta de la incapacidad de la religión, en este caso el cristianismo, para lidiar con una realidad social que cambia cada vez con mayor rapidez.
En resumen, por supuesto que los jóvenes de hoy están pensando en el sentido de la vida tanto como lo hacían las generaciones pasadas –y así lo sugiere el artículo del Pew Research Center titulado: Millennials are less religious than older Americans, but just as spiritual[10]–, solo que su búsqueda de significado y, por tanto, su fe, ya no se ajusta a la tradición religiosa de sus padres y/o abuelos. Uno puede decir que el hecho de que haya menos adhesión hacia las formas clásicas de religión y de que el secularismo –en forma de ateísmo, agnosticismo, o simplemente de religiosidad no convencional– alcance cada vez más a una mayor proporción de la población mundial, se debe en realidad a la resistencia por parte de las distintas religiones –sea por razones orgánicas o no– a adaptarse al cambio. Siempre he considerado que el problema fundamental de las religiones se haya en su estaticidad; en que históricamente han sido renuentes a ajustarse a los cambios que de forma natural han sufrido y seguirán sufriendo todas las sociedades del mundo; y en la exigencia irrestricta de que sus afiliados cumplan con sus preceptos, sin importar lo absurdos o retrógradas que éstos lleguen a ser en la práctica.
Bibliografía
Barna Group. Six Reasons Young Christians Leave Church (junio, 2017). Six Reasons Young Christians Leave Church. https://biologos.org/articles/six-reasons-young-christians-leave-church/
Christel Manning; Pacific Standard. Gen z is the least religious generation. Here’s why that could be a good thing (mayo, 2019). https://psmag.com/ideas/gen-z-is-the-least-religious-generation-heres-why-that-could-be-a-good-thing
Pew Research Center. Millennials are less religious than older Americans, but just as spiritual (noviembre, 2015). https://www.pewresearch.org/fact-tank/2015/11/23/millennials-are-less-religious-than-older-americans-but-just-as-spiritual/
Rachel Nuwer; BBC. ¿Desaparecerá alguna vez la religión? (enero, 2015). https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/01/150116_vert_fut_desapareceran_las_religiones_alguna_vez_finde_yv
Stephanie Kramer y Dalia Fahmy; Pew Center Research. Younger people are less religious than older ones in many countries, especially in the U.S. and Europe (junio, 2018). https://www.pewresearch.org/fact-tank/2018/06/13/younger-people-are-less-religious-than-older-ones-in-many-countries-especially-in-the-u-s-and-europe/
The Guardian. You don’t need a faith to find the meaning of life (abril, 2021). https://www.theguardian.com/world/2021/apr/02/you-dont-need-a-faith-to-find-the-meaning-of-life
[1] Aldo Llanos Marín. ¿POR QUÉ CREER EN DIOS? – En clase con un ateo*0 (octubre, 2008). https://web.archive.org/web/20141227162407/http://www.tomasalvira.com/?p=72
[2] Michelle Steele; Medium. The Top 5 Most Irritating Things Theists Say to Atheists (noviembre, 2019). https://medium.com/everything-atheist/the-top-5-most-irritating-things-theists-say-to-atheists-3f0f5f4d617a
[3] Centro de investigación con sede en Washington que brinda información sobre problemáticas, actitudes y tendencias que caracterizan a los Estados Unidos y el mundo.
[4] Pew Research Center. U.S. Public Becoming Less Religious (noviembre, 2015). https://www.pewforum.org/2015/11/03/u-s-public-becoming-less-religious/
[5] Steve Kotler; Forbes. The Rebel Instinct: How Each Generation’s Need To Out-Rebel The Previous Generation Is Pushing Society To Wild Extremes (enero, 2015). https://www.forbes.com/sites/stevenkotler/2015/01/13/the-rebel-instinct-the-science-of-shattered-taboos-and-what-it-means-for-society/?sh=164292706174
[6] Lifeway Research. 10 Traits of Generation Z (septiembre, 2017). https://lifewayresearch.com/2017/09/29/10-traits-of-generation-z/
[7] Barna Group. Six Reasons Young Christians Leave Church (junio, 2017). Six Reasons Young Christians Leave Church. https://biologos.org/articles/six-reasons-young-christians-leave-church/
[8] Grupo de defensa cristiana que apoya la opinión de que Dios creó el mundo usando la evolución.
[9] Empresa de encuestas cristianas evangélicas con sede en Ventura, California.
[10] Pew Research Center. Millennials are less religious than older Americans, but just as spiritual (noviembre, 2015). https://www.pewresearch.org/fact-tank/2015/11/23/millennials-are-less-religious-than-older-americans-but-just-as-spiritual/