Cristianismo después de Constantino
A la muerte del poderoso emperador, sus hijos, Constantino II, Constante y Constancio II se repartieron el imperio, siendo el segundo el único quien defendiera el credo de Nicea con cierta vigorosidad[1]. Constantino II duró muy poco tiempo en el poder[2] como para manifestar de forma determinante cuál doctrina cristiana apoyaba, aunque, dado que en occidente los seguidores del credo de Nicea dominaban la iglesia, se dice que éste era parte de los mismos. Constancio II, probablemente el más influyente de los tres, y quien –tras derrotar a Magnencio[3], el usurpador que, después de ser proclamado emperador por sus soldados en el 350, haría matar a Constante para quedarse con la parte occidental del imperio–, en el 353, se convertiría en el gobernante solitario de toda Roma, fue una especie de semiarriano que trató de conciliar las facciones adversas a través de los concilios de Rímini y Seleucia, en el 359 y el 360, respectivamente. Ambos no considerados ecuménicos por la tradición católica futura, que, a decir verdad, vería a Constancio como un hereje que arbitrariamente intentó imponer su voluntad a la iglesia; como todo un arriano.
Quien sucedería a Constancio luego de que falleciera a causa de una enfermedad, sería Juliano «El Apóstata»[4], calificativo que le otorgaría la iglesia debido a su intento de llevar a cabo una reforma religiosa en el imperio, y de, a través de ésta, restaurar el politeísmo helénico[5] como religión oficial del estado. Se dice que sus leyes apuntaban a cristianos ricos y educados, y que su objetivo no era tanto acabar con el cristianismo como expulsar esta fe de las clases gobernantes.
Entre sus acciones anticristianas, estuvieron la restauración de templos paganos confiscados en la época de Constantino, la derogación de estipendios y otros privilegios a obispos, y la reversión de determinados favores recibidos por cristianos con anterioridad. En febrero del 362, promulgó un edicto para garantizar la libertad de religión, que proclamaba que todos los credos eran iguales ante la ley y que el imperio tenía que volver a su eclecticismo original; no imponiendo ninguna clase de fe en sus provincias. Ésta y otras acciones parecieron estar diseñadas para hostigar a los cristianos y socavar su capacidad de organizar una resistencia al restablecimiento del paganismo[6].
Véase que la popularidad de este monarca entre la sociedad romana y el ejército durante su breve reinado de tres años, sugiere que podría haberle devuelto al paganismo su primacía pasada. Lo que constituye un indicativo de que, aunque el cristianismo fuera el movimiento religioso más poderoso del imperio, todavía no era tan numeroso como para no perder su influencia ante la aparición de un culto pagano heterogéneo respaldado por el soberano[7]. Claro que el muy breve reinado de Juliano no frenaría la marea del cristianismo iniciada por Constantino, quien, para variar, se encargó de establecer pautas que mantuvieran asegurada la presencia de la iglesia en el poder aún después de su muerte.

Después de que Juliano falleciera en el 363, Joviano revocaría los edictos de su antecesor en contra del cristianismo, volviendo a colocar a la religión en su anterior posición de poder. Valentiniano I, haciéndose con el control del imperio en el 364, profesaría el cristianismo niceno, aunque asimismo permitiría cierto grado de libertad religiosa entre sus súbditos, proscribiendo únicamente algunas formas de rituales y prohibiendo la práctica de la magia. También enfrentó varias veces la creciente riqueza del clero, llegando a emitir un edicto con el que prohibía la concesión de herencias a eclesiásticos cristianos.
Poco después de su llegada al poder, Valentiniano I, para reducir las posibilidades de una crisis de sucesión –que habría empezado con la amenaza de sublevación de varios soldados– y probablemente para aplacar cualquier oposición a su gobierno que surgiera en Oriente, nombró a Valente, su hermano menor, como emperador de la región. Este monarca sería bautizado a la fe cristiana por el obispo arriano de Constantinopla, y escritores cristianos de la época lo identificaban con esta doctrina e incluso lo acusaban de perseguir a los seguidores del credo de Nicea. Atanasio, el gran contrincante de Arrio durante el concilio de Nicea, se vio obligado a salir de Alejandría durante el gobierno de Valente[9].
Pese a las etiquetas doctrinales –más que nada impuestas por historiadores cristianos–, es probable que estos emperadores hayan estado más interesados en el orden social de su reino que en la profesión de una u otra idea religiosa[10]; lo que los habría llevado a ser bastante tolerantes respecto a la doctrina cristiana contraria e incluso a no tratar de difundir la suya de forma agresiva. En este sentido podemos ver que Valente, aun siendo un «Arriano opresor de los cristianos de Nicea»[11], según Sócrates de Constantinopla[12], jamás tuvo fuertes disputas con su hermano Valentiniano I, adepto al cristianismo de Nicea, con quien, más bien, habría mantenido siempre una cercana relación de dependencia.
Este breve repaso por la posición religiosa de los emperadores que sucedieron a Constantino nos ayuda a percibir, a grandes rasgos, cómo era el cristianismo en ese entonces. En general, es posible observar que, pese a la enorme influencia que pudiera tener –especialmente en comparación con lo que era 50 años antes–, todavía no contaba con absoluta primacía respecto al paganismo –de hecho, Valentiniano I y Valente, al inicio de su gobierno en conjunto, emitieron una ley en la cual garantizaban a todo el mundo la libertad de practicar cualquier forma de adoración que desearan[13]–, ni se hallaba regido bajo un único concepto; factor indispensable tanto para evitar conflictos y escisiones internas como para seguir desarrollándose y creciendo con éxito. A lo largo de este período, en el Oeste, dominado por eclesiásticos nicenos, hubo pocas disputas doctrinales que resolver, no así en el Este, donde las mismas habrían sido imposibles de controlar[14]. De aquí que Noel Lenski afirmara que «nadie envidiaría a Valente los problemas que tuvo que enfrentar con la iglesia cristiana»[15].
Teodosio I y el Edicto de Tesalónica
Es en este orden de ideas que se comprende la necesidad y la importancia del Edicto de Tesalónica, con el que Teodosio I –junto a Graciano y a Valentiniano II–, sucesor de Valente en Oriente y más tarde único emperador de todo el imperio[16], convertiría al cristianismo niceno en la religión oficial de estado y el único tipo de cristianismo que sería posible profesar[17]. El paganismo, por su parte, podía seguir practicándose sin ninguna traba excepto por la prohibición de hacer sacrificios y porque ahora ya no recibiría ningún tipo de financiación por parte del estado.
Dos días después de su llegada a Constantinopla, el emperador expulsaría al obispo arriano Demófilo de Constantinopla y nombraría en su lugar a Gregorio de Nacianzo, uno de los padres capadocios[18]. También haría que Melecio se convirtiera en el patriarca de Antioquía. Meses más tarde, ya en el año 381, convocaría un consejo ecuménico en Constantinopla para reparar el cisma cristiano sobre la base de la ortodoxia de Nicea. Aquí, entre otras cosas, se determinaría el tan importante concepto de la santísima trinidad[19], incluyendo al «Espíritu Santo» como igual al Padre y procediendo de él, mientras que el hijo –también igual Padre– habría sido engendrado por él. Fue el principio del fin del arrianismo para los romanos no germánicos[20].
Ese mismo año la relativa tolerancia religiosa de Teodosio[21] comenzaría a esfumarse; quizás en parte por la resistencia de los cultos paganos a desparecer, incluso aunque estuvieran en pleno debilitamiento y se encontraran ya desprovistos de fondos y propiedades. Ratificó la prohibición de sacrificios dictada por Constantino y en el 384 condenó la aruspicina[22] bajo pena de muerte, al tiempo que convertía en delito la falta de cumplimiento de la ley por parte de los magistrados. En el 388 el emperador envió prefectos a Siria, Egipto y Asia Menor, con el objetivo de romper las asociaciones paganas. El Serapeum[23] de Alejandría fue destruido durante esta campaña[24].

Entre el 389 y el 392, en una serie de decretos conocidos como los «decretos teodosianos», este monarca declararía que los días festivos paganos serían a partir de entonces laborales. En el 391 dictaminó que nadie debía ir a los santuarios paganos, ni caminar por sus templos o levantar los ojos a sus estatuas. En ese mismo tiempo, Valentiniano II, auspiciado por Teodosio y siguiendo el consejo de Ambrosio de Milán, emitiría una ley que prohibiría los sacrificios y las visitas a los templos paganos en sus dependencias. Luego declararía que dichos templos debían cerrarse[26], haciendo ya en este punto ilegal la práctica del paganismo. Valentiniano II, así como Teodosio, se negaría a restaurar el Altar de la Victoria[27] a la cámara del senado, como lo habrían solicitado los senadores no cristianos.
Teodosio continuaría con su política de persecución religiosa removiendo a los cristianos no nicenos de la iglesia, confiscando las dotaciones de los templos paganos y disolviendo a las vírgenes vestales[28]. Luego de que se convirtiera en el único emperador de Roma, en el 392, ordenaría, autorizaría o, cuando menos, no castigaría la destrucción de numerosos templos, lugares sagrados, imágenes y objetos religiosos en todo el imperio.
Se dice que este radical cambio de política que dio paso a los «decretos teodosianos» se debió más que nada a la influencia de Ambrosio, quien en el 390 había excomulgado a Teodosio debido a la masacre de Tesalónica[29] y que, a partir de entonces, ganó un enorme dominio sobre el penitente emperador que se había sometido a su autoridad como muestra de arrepentimiento.

En el 393, el emperador emitió una ley con la que prohibió definitivamente la realización de cualquier culto pagano, haciendo, de esta manera, que fuese ilícita cualquier religión no cristiana[31]. También suspendió los juegos olímpicos[32] y los juegos píticos[33], al considerarlos parte de la idolatría helénica. Fue a partir de entonces que el cristianismo tuvo ante sí un camino libre de obstáculos para su expansión. Los cultos tradicionales de Roma –que, según la opinión de algunos académicos, todavía habrían tenido un mayor número de seguidores que el cristianismo en el año 390–, ahora sí se encontraban destinados a extinguirse. De acuerdo con Edward Gibbon:
La generación que surgió en el mundo después de la promulgación de las leyes imperiales [de Teodosio] se vio atraída por la Iglesia católica: y tan rápida, pero tan suave, fue la caída del paganismo, que apenas veintiocho años después de la muerte de Teodosio, los débiles vestigios ya no fueron visibles a los ojos del legislador.
Cita Original:
The generation that arose in the world after the promulgation of the Imperial laws was attracted within the pale of the Catholic Church: and so rapid, yet so gentle, was the fall of paganism that only twenty-eight years after the death of Theodosius the faint and minute vestiges were no longer visible to the eye of the legislator.[34]
Influencia de Teodosio
Resulta evidente que la persecución institucional del paganismo por parte de cristianos, y que caracterizaría a esta religión durante tantos siglos, comenzaría con Teodosio y sus leyes; y es aquí donde se halla la importancia de este personaje para el cristianismo[35]. Aunque hay quienes opinan que la importancia de sus decretos ha sido exagerada, y que éstos tenían un alcance limitado y constituían sólo medidas específicas en respuesta a varias peticiones y acusaciones de cristianos militantes, no se puede dudar de que los mismos allanaron el camino para que los posteriores emperadores continuaran hostigando a aquellos que no fueran cristianos.
Desde su fallecimiento en el 395 hasta la caída del imperio romano de occidente en el 476, y todavía más allá de esta fecha dentro del imperio romano de Oriente, las políticas antipaganas continuarían aplicándose; reiterándose las prohibiciones –en especial en ritos y sacrificios–, aumentándose las penas y promulgándose numerosas leyes contra la apostasía. Algunos paganos llegaron a expresar abiertamente su resentimiento en obras históricas, y escritores culparon a la hegemonía cristiana del 410, del saqueo de Roma dirigido por Alarico I[36]. Los cristianos destruyeron casi toda esa literatura política y amenazaron con cortar las manos de quien se atreviera a hacer nuevas copias de los escritos ofensivos[37].
A pesar de que el paganismo intentaría, sin éxito, resurgir varias veces en el futuro, como durante la rebelión de Illus y Leoncio[38] en contra de Zenón[39], el emperador de Oriente[40] desde el 474 hasta el 491, no volvería jamás a tener las fuerzas para desafiar al cristianismo. Se dice que la subyugación del imperio romano a esta religión se completó cuando Anastasio I, quien llegó al trono en 491, tuvo que firmar una declaración escrita de ortodoxia antes de su coronación.
Más tarde, bajo el papa Gregorio I, las cavernas, grutas, riscos y cañadas que alguna vez se utilizaron para la adoración de los dioses paganos se hicieron parte del cristianismo: «Que se construyan altares y se coloquen reliquias allí», escribió Gregorio I, «para que [los paganos] tengan que cambiar de la adoración de los demonios a la del Dios verdadero»[41].
A la luz de todo lo expuesto hasta ahora cabe la siguiente pregunta ¿Habría podido el cristianismo propagarse tal y como lo hizo sin el apoyo de Constantino y sin la institucionalidad que recibió a manos de Teodosio? Más aún, ¿Habría sido capaz de ganar la ingente cantidad de adeptos que hoy tiene? Personalmente creo que no, sobre todo teniendo en cuenta que muchos de éstos –quizás hasta la mayoría– no tuvieron otras opciones, y/o que lo hicieron para no verse perseguidos o fuera de la ley.
Bibliografía
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[1] En el 341, promulgó un edicto que prohibía el sacrificio pagano. Reprimió el donatismo en África y apoyó la ortodoxia de Nicea contra el arrianismo, que fue defendida por su hermano Constancio. Aunque Constante llamó al Consejo de Serdica en 343 para resolver el conflicto, fue un completo fracaso, y para el 346 los dos emperadores (Constante y Constancio) estaban a punto de una guerra abierta por la disputa. El conflicto se resolvió mediante un acuerdo provisional que permitía a cada emperador apoyar a su clero preferido dentro de sus propias esferas de influencia.
[2] Desde el 337 hasta el 340, muerto después de una guerra con su hermano Constante. Aunque se involucró, por ejemplo, en la disputa entre católicos y arrianos, y permitió, por intercesión de los papas en Roma, que Atanasio regresara a Alejandría.
[3] Usurpador del trono en la parte occidental del imperio desde el 350 al 353.
[4] La apostasía es la negación, la renuncia o la abjuración de la fe, en una religión. En este caso el cristianismo.
[5] Los politeístas helénicos adoran a los antiguos dioses, incluidos los Olímpicos, divinidades de la naturaleza, dioses del submundo y héroes. Tanto antepasados físicos como espirituales son adorados.
[6] Un ejemplo de estas acciones es el decreto que emitió en su «Edicto de Tolerancia», de que todos los obispos cristianos en el exilio podían regresar. Puesto que el conflicto entre sectas seguidoras de Jesús era bastante feroz, se cree que, con tal decisión, Juliano buscaba fomentar cismas y divisiones dentro del cristianismo.
[7] Cosa que, a decir verdad, probablemente jamás iba a ocurrir, debido a que la mayoría de los paganos buscaban afiliaciones religiosas que fueran exclusivas de su cultura y su gente, y tenían divisiones internas que les impedían crear una «religión pagana» única. De hecho, el término pagano era simplemente una denominación conveniente para que los cristianos agruparan a los creyentes de un sistema al que se opusieron.
[8] Wikipedia. Iulianus Flavius Claudius. Giuliano l’Apostata. https://en.wikipedia.org/wiki/File:Iulianus_Flavius_Claudius._Giuliano_l%27Apostata.jpg
[9] Aunque se dice que la política de Valente de exiliar a obispos Nicenos era en realidad una continuación de la tradición romana de mantener el orden en las ciudades mediante el destierro de los alborotadores.
[10] Juliette Day, Raimo Hakola, Maijastina Kahlos, Ulla Tervahauta. Spaces in Late Antiquity: Cultural, Theological and Archaeological Perspectives (2016) p. 28.
[11] Ídem.
[12] También conocido como Sócrates el Escolástico; historiador griego de la iglesia cristiana.
[13] Day, Hakola, Kahlos y Tervahauta op. cit. (10).
[14] Ídem.
[15] Ídem.
[16] Después de la muerte de los hijos de Valentiniano I, quienes gobernaban en Occidente.
[17] Incluso se refirió a aquellos que no apoyaban la trinidad como «locos tontos». Fordham University. Medieval Sourcebook, Banning of Other Religions, Theodosian Code XVI.i.2. http://www.fordham.edu/halsall/source/theodcodeXVI.html
[18] Santos venerados por el catolicismo, que tuvieron gran importancia dentro de la historia de los padres de la iglesia, al contribuir significativamente al desarrollo de la teología cristiana de los primeros tiempos.
[19] Véase, por ejemplo, la cantidad de artículos y libros publicados que hablan sobre la importancia de la santísima trinidad para el cristianismo, como en: Kevin DeYoung, The Gospel Coalition. The Doctrine of the Trinity: No Christianity Without It. https://www.thegospelcoalition.org/blogs/kevin-deyoung/the-doctrine-of-the-trinity-no-christianity-without-it/
[20] Durante la época del florecimiento del arrianismo en Constantinopla, esta doctrina también se extendió sobremanera entre las tribus germánicas alrededor del imperio. Se dice que, cuando los pueblos germánicos entraron en las provincias del Imperio Romano de Occidente y comenzaron a fundar allí sus propios reinos, la mayoría de ellos eran cristianos arrianos.
[21] Que se manifestó, por ejemplo, en el nombramiento de varios paganos para cargos políticos en la primera parte de su reinado; como la del pagano Tatiano como prefecto pretoriano de Egipto. Su tolerancia para otras religiones también se observa en su orden, del año 388, para la reconstrucción de una sinagoga judía en Calinico en Mesopotamia.
[22] Disciplina adivinatoria propia del pueblo etrusco, pero no exclusiva de él, que consistía en examinar las entrañas de un animal sacrificado para obtener presagios en cuanto al futuro.
[23] Nombre dado por los antiguos romanos a los templos de Serapis (deidad greco-egipcia), especialmente al construido en Alejandría por Ptolomeo I.
[24] The Temple of Serapis, which had stood for more than six centuries, was demolished, to be replaced by a martyr’s shrine and a church. Theophilus then had the other temples in the city razed to the ground, «almost column by column». The images of the gods, records Socrates, were melted down to be made into pots and other utensils for the church, except for one statue of the god, which Theophilus spared as a reminder that such images ever had been worshiped (Ecclesiastical History, V.16). Penelope.uchicago.edu. The Temple of Serapis in Alexandria. https://penelope.uchicago.edu/~grout/encyclopaedia_romana/greece/paganism/serapeum.html
[25] Wikimedia Commons. The Serapeum of Alexandria (IX). https://commons.wikimedia.org/wiki/File:The_Serapeum_of_Alexandria_(IX).jpg
[26] Los templos así cerrados podrían declararse «abandonados», como el obispo Teófilo de Alejandría notó de inmediato al solicitar el permiso para demoler un sitio y cubrirlo con una iglesia cristiana, un acto que debió haber recibido una sanción general.
[27] Instalado en la casa romana del senado (la curia), llevaba una estatua de oro de la diosa Victoria. Fue establecido por César Augusto en el año 29 a. C. para celebrar la derrota de Marco Antonio y Cleopatra. La estatua representaba a una mujer con alas, sosteniendo una palma y descendiendo para otorgar una corona de laurel al victorioso. Fue capturada por los romanos en 272 a. C. al rey Pirro de Epiro.
[28] Religión de la antigua Roma, compuesta por sacerdotisas vírgenes consagradas a la diosa del hogar Vesta.
[29] Acción de represalia del emperador romano Teodosio I en el 390 contra los habitantes de la ciudad griega de Tesalónica que se habían sublevado, en la que los pretorianos habrían matado a 7.000 personas.
[30] Wikipedia. Anthonis van Dyck 005. https://en.wikipedia.org/wiki/File:Anthonis_van_Dyck_005.jpg
[31] Dicha ley fue especialmente dura con los maniqueos, ya que les privó del derecho a hacer testamentos o beneficiarse de ellos; aparte de darle el derecho a otros de buscarlos, llevarlos a los tribunales y, en algunos casos, ejecutarlos.
[32] Nacidos en Grecia más o menos en el año 776 a.C., consistían en una serie de competiciones atléticas disputadas por representantes de diversas ciudades-estado. Fueron adoptados por los romanos después de su conquista de Grecia.
[33] De origen griego y celebrados a partir del 582 a.C. Consistían en concursos musicales, poéticos y gimnásticos.
[34] Edward Gibbon. The History of the Decline and Fall of the Roman Empire (1840), p. 356.
[35] Reconocido incluso como santo por la iglesia ortodoxa.
[36] Rey de los visigodos. Se dice que la controversia generada por los paganos al culpar a los cristianos del desastre fue lo que provocó la realización de la obra De civitate Dei, por parte de Agustín de Hipona.
[37] Non Christian writings came in for this same treatment, that is destruction in great bonfires at the center of the town square. Copyists were discouraged from replacing them by the threat of having their hands cut off. Ramsay MacMullen. Christianity and Paganism in the Fourth to Eighth Centuries (1997), p. 4.
[38] Generales del imperio romano del este.
[39] En 484, el Magister militum para Oriente, Illus, se rebeló contra el emperador oriental Zenón y elevó a su propio candidato, Leoncio, al trono. Leoncio esperaba reabrir los templos y restaurar las antiguas ceremonias; como tal, muchos paganos se unieron a su revuelta contra Zenón. Illus y Leoncio se vieron obligados, sin embargo, a huir a una remota fortaleza de Isauria, donde Zenón los asedió durante cuatro años. Finalmente los capturó en 488 y rápidamente los ejecutó. Tras la revuelta, el emperador instituyó duras políticas antipaganismo. Con el fracaso de la revuelta de Leoncio, algunos paganos se desilusionaron y se hicieron cristianos, o pretendieron hacerlo, para evitar la persecución.
[40] Walter Emil Kaegi. Byzantium and the Decline of the Roman Empire (1968), p. 92-93.
[41] Jonathan Kirsch. God Against the Gods: The History of the War Between Monotheism and Polytheism (2004); The Handless Scribe.