Origen y auge del mesianismo judío y cristiano

El término «mesías» proviene del hebreo «mashiah» que se traduce en «ungido»; su origen se halla en el judaísmo y es usado para referirse al esperado rey descendiente de David que tiene la misión, entre otras cosas, de liberar a Israel de la esclavitud extranjera y restaurar la gloria de sus años dorados[1]. Pese a que no pocos creyentes afirman de forma constante que en el antiguo testamento se habla del mesías ya desde el mismo Génesis, muchos estudiosos creen que esta ideología de un mesías «liberador» o «salvador» –mesianismo– surgió de creencias relacionadas con el reinado de Israel, a medida que la realidad de los reyes israelitas se iba volviendo cada vez más decepcionante.

La ideología tendría un mayor auge con el desarrollo del género apocalíptico judío[2] después del tiempo en que Alejandro Magno invadió Judea y las regiones adyacentes –a decir verdad, es en esta literatura donde aparece por primera vez el término con el significado que hoy se atribuye a él–, para dar paso a un período de helenismo[3] que provocaría que judíos y griegos se relacionaran culturalmente y que muchos de los primeros, debido a las vicisitudes sufridas en sus tierras a causa de reinos extranjeros que les obligaban a emigrar a otras ciudades, adoptaran las costumbres, hábitos y hasta el idioma de los segundos.   

Épocas claves en las que el mesianismo de los judíos habría cobrado intensidad serían aquellas marcadas por: la destrucción del primer templo y el consecuente exilio babilónico bajo Nabucodonosor II[4] –antes del período alejandrino–; y la persecución por parte de Antíoco IV y los seléucidas[5] –durante el período alejandrino, este episodio sería uno de los más decisivos para la diáspora helenística[6]–. El mesianismo cobraría enorme prominencia más tarde, cuando Judea y Jerusalén estuvieran regidas y oprimidas por Roma, en especial durante la destrucción del segundo templo[7] y luego con la revuelta de Bar Kokhba[8]. La creencia y la ferviente expectativa en la venida de un mesías se convertirían en principios fundamentales de esta religión, como lo demostraría el Mishné Torá de Maimónides ya al final de la década de 1170[9].

El candelabro de los siete brazos figuraría entre los botines de guerra romanos del Templo de Jerusalén, que fue destruido a manos de Tito.[10]

Teniendo en cuenta que el origen del cristianismo se halla dentro de la cultura y la religión de los judíos –particularmente las de los judíos helenizados–, es fácil ver que la visión de Jesús de Nazaret como mesías no es ni original –como a decir verdad no lo es la mayoría de los conceptos judeocristianos y/o del cristianismo primitivo– ni extraordinaria. Todo esto se deduce un poco ya en la etimología del término «Jesucristo»; pues el nombre «Jesús» proviene de la ortografía latina «lesus», que a su vez proviene del griego «lesous», que deriva de la palabra hebrea «Yeshua», contracción de «Yah hosia», y que significa ayudante o emisario de «Yah»[11]. La palabra «cristo», por otro lado, deriva del término griego «christos», que significa «el ungido» o «rey», misma definición esta última para la palabra hebrea «mashiah».

Ciro II el grande, rey persa

La segunda consecuencia lógica que se puede obtener del origen judío de la ideología mesiánica es que Jesús no fue el primer «salvador» ni ha sido el último. El primero en ser llamado «mesías» en la biblia es, de hecho, el exemperador persa Ciro II el grande, de acuerdo con Isaías 45:1-7 (ver también Isaías 44:26-28):

Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán:

2 Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos; 3 y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre. 4 Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; te puse sobrenombre, aunque no me conociste. 5 Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste, 6 para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo, 7 que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto.[12]

Sería curioso saber qué opinan los creyentes de estos versículos bíblicos dado lo concreto de la designación de Ciro como «ungido» de Jehová.

Alejandro Magno

Joseph Jacobs y Moses Buttenwieser[13], basándose en la investigación y obra de Franz Kampers[14], nos dicen en un artículo publicado en la página web de la Jewish Encyclopedia, titulado MESSIAH (Hebr., «Ha-Mashiaḥ»; Aramaic, «Meshiḥa» = «anointed one»)[15], que incluso Alejandro Magno pudo ser considerado por muchos judíos contemporáneos como un mesías. Éstos habrían estado deslumbrados por sus gloriosos logros y lo aclamarían como el salvador designado, el inaugurador del período de paz universal prometido por los profetas.

De acuerdo con el historiador Flavio Josefo y el Talmud[16], Alejandro Magno tuvo una audiencia en Gaza con el sumo sacerdote Jaddua (en el talmud es Simón el justo)[17], en la que el primero reconoce a éste como el hombre que se le había aparecido en un sueño, urgiéndolo a que conquistara Asia y prometiéndole que él mismo lideraría su ejército y entregaría el reino persa en sus manos. Alejandro se postraría para adorar a Dios, cuyo nombre él ve inscrito en el plato de oro del cidaris[18] del sumo sacerdote, también acompañaría a éste a Jerusalén para sacrificar en nombre de Dios en su templo, y allí estaría el libro de Daniel[19], en el cual estaba inscrito que el reino persa sería conquistado por un griego, profecía que Alejandro aplica para sí mismo.

Otras pruebas de que Alejandro Magno pudo haber sido visto como un mesías, son: 1) las diversas sagas que surgieron sobre él entre los judíos de Alejandría, de las cuales procede el Roman d’Alexandre de Pseudo Calístenes[20], que, según Jacobs y Buttenwieser, sólo se puede explicar considerando que Alejandro era la figura central en su futura esperanza; y 2) Las tradiciones apocalípticas sobre Alejandro en la literatura medieval apocalíptica y también en la literatura midrashic[21]; como la tradición (mencionada por Josefo) de Alejandro aprisionando a Gog y Magog detrás de las montañas de la oscuridad en el norte lejano. La versión de esta leyenda dada por Jacobo de Sarug[22], y la expuesta en el sura 18 del Corán[23], no deja ninguna duda de que fue puramente de origen apocalíptico.

Claro que esta visión de Alejandro Magno como mesías está lejos de ser la misma que se tuvo hacia Jesucristo más tarde. En el tiempo de Alejandro, la esperanza de la llegada de un mesías seguramente no tenía una forma definida y no habría sido una común expresión de fe; la idea de un salvador personal estaría lejos de tener la prominencia general que hoy uno le atribuye. Alejandro Magno habría sido visto como mesías en tanto rey elegido por Dios; lo mismo aplicaría para Ciro y, de hecho, hasta para el mismo David.

Detalle del Mosaico de Issos en el que se observa a Alejandro Magno.[24]

Simón de Perea

Con todo, aún hubo otros hombres que, antes de Jesús y ya en el tiempo en el que el mesianismo estaba bastante desarrollado entre los judíos, fueron considerados mesías cuando menos por una notable parte de esta comunidad. Simón de Perea (también mencionado por Flavio Josefo), por ejemplo, se hizo llamar rey de los judíos, fue asesinado por los romanos durante el período de la pascua, y tenía no pocos seguidores que fueron crucificados en torno a Jerusalén. Tal vez lo más curioso de su historia sea que se proclamó a sí mismo como mesías y que, de acuerdo con la tableta conocida como «la Revelación de Gabriel» o «la piedra de Jeselsohn»[25], resucitó tres días después de su muerte.

Según la tabla en la que se halla su historia, Simón era esclavo del rey Herodes, quien luego de su muerte sería sustituido por su hijo Herodes Arquelao, cuyas acciones darían paso a un gobierno caótico y siempre enredado con las revueltas de un pueblo judío que, entre otras cosas, pensaba que el joven rey no dirigía de la forma adecuada. Simón se convertiría en uno de los líderes de estas revueltas contra los romanos, quemando uno de los palacios del rey y otras casas residenciales en el proceso.

La revuelta de Simón fallaría, éste sería capturado y decapitado y su cuerpo se dejaría pudrir en las rocas; todo esto aproximadamente en el año 4 a.C. Según las tradiciones judías de la época, era humillante que un cadáver no recibiera un entierro adecuado. A raíz de su muerte sus seguidores fueron perseguidos por los romanos, crucificados por éstos y esparcidos por la ciudad.

Israel Knohl, erudito e historiador bíblico, afirmó en su libro The Messiah Before Jesus que Simón de Perea fue considerado por sus seguidores como el iniciador de una era de redención y perdón, y que el hallazgo de esta historia exige una reevaluación completa de todos los estudios anteriores sobre el asunto del mesianismo, tanto judíos como cristianos.

El Maestro de la justicia

Los rollos del mar muerto[26], por otra parte, encontrados entre 1946 y 1956 en la región de Qumrán, hablan sobre una figura redentora que se ajusta a la idea del «mesías» entendida como la de un hombre que marca el comienzo de la llegada del reino de Dios. Este individuo se conoce como el «maestro de la justicia», notable personalidad de la comunidad esenia, uno de los más grandes cultos apocalípticos mesiánicos que surgió probablemente desde mediados del siglo II, tras la revuelta macabea[27]. La enorme cantidad de semejanzas entre el contenido de los manuscritos de Qumrán y el mensaje cristiano hace que muchos vean en la secta esenia el germen del cristianismo. Ernest Renán, escritor, arqueólogo e historiador francés, llegó incluso a escribir que «el cristianismo fue en gran medida el esenismo triunfante»[28].

Los esenios pensaban que este maestro de justicia poseía una capacidad sobrenatural para comprender el «significado oculto» de las escrituras; creencia con la que no todos estuvieron de acuerdo, debido a lo que fue perseguido por el «sacerdote impío» y por el «maestro de la mentira». Finalmente fue «castigado», aunque no está claro si ello significa que fue asesinado, como tampoco lo está si después de esto debía regresar como el mesías. La comunidad enseñaba que sólo aquellos que eran miembros de su culto estaban predestinados a ser salvos, que los salvados serían ésos que siguieran al maestro de la justicia, y que los malvados, los que no estuvieran de acuerdo con esto. En palabras de Milt Timmons[29], para los esenios:

Lo que es esencial para la salvación es la «fe» en su misión [la del maestro de justicia] y seguir su enseñanza. Los que siguen al predicador de la mentira «entrarán en juicios de fuego». «En los días del juicio, Dios destruirá a todos los adoradores de ídolos y de los impíos de la tierra». Ellos «sufrirán ira en la oscuridad profunda del fuego eterno».

Cita Original:

What is essential to salvation is «faith» in his mission and following his teaching. Those who follow the preacher of the lie will «come into judgments of fire».  «In the days of judgment God will destroy all the worshipers of idols and the wicked from the earth». They will «suffer wrath in the deep darkness of eternal fire».[30]

Los esenios creían que eran diferentes de otros judíos, y al don que le permitía a su maestro entender el verdadero significado de las escrituras lo denominaron el «nuevo pacto». Creían que la gente debía ser bautizada anualmente, lo que llamaban «nacer de nuevo»; que había dos espíritus luchando por el alma de cada persona, uno de verdad y luz, y otro de maldad y oscuridad; y se referían a sí mismos como «hijos del hombre». Dentro del cristianismo, el evangelio según Juan también se refiere en repetidas ocasiones al «espíritu de verdad» y al «espíritu de error», así como al conflicto entre la luz y la oscuridad[31]. Juan también dice que «Todas las cosas fueron hechas por él, y sin él no se hizo nada que se haya hecho», texto que se halla idéntico dentro del manual de disciplina de los esenios[32].

Una de las enseñanzas del maestro de la justicia era «amar cada uno a su hermano como a sí mismo». El cuerpo gobernante del culto consistía en una trinidad de sacerdotes, que eran considerados como divinos, y debajo de ellos había doce discípulos o concejales. Creían que todos los hombres nacen en pecado, y que sólo la fe en el maestro de la justicia podía salvarlos de la condenación en el día del juicio.

Para los esenios, la manera de manejar a un apóstata, escrita en su mencionado manual de disciplina, es idéntica a la que se encuentra en el libro de Mateo (18:15)[33]. Pablo es el único escritor del nuevo testamento que usa la palabra «Belial» para el diablo, mismo nombre que se le da al demonio en el culto esenio, y que a su vez fue uno de los dioses persas.  El culto creía que una guerra violenta entre las fuerzas del bien y el mal marcaría el fin del mundo. Los salvados vivirían en eterna dicha con los ángeles en el reino de Dios. Siguiendo nuevamente a Timmons:

[Los esenios] Eran ambiguos sobre el origen del mesías. A veces decían que vendría de la «Casa de David». Pero en las reglas de la congregación hablan de «Dios engendrando al Mesías». Todo esto es idéntico a los relatos posteriores del evangelio.

Dado que estaban tan fuertemente influenciados por Platón, indudablemente creían en la Regla de Oro: «Haz a los demás lo que tú quieres que te hagan a ti», porque esto había sido escrito por Platón, en el Libro 11 de sus Leyes, en 347 a.C.

Cita Original:

They were ambiguous about the origin of the messiah. At times they said he would come from the «House of David». But in the Rule of the Congregation they speak of «God begetting The Messiah». All this is identical with later gospel accounts.

Since they were so strongly influenced by Plato, they undoubtedly believed in the Golden Rule: «Do unto others as you would have them do unto you» – because this had been written by Plato, in Book 11 of his Laws, in 347 BCE.[34]

Estudiosos bíblicos creen que, de haber existido, el maestro de la justicia habría vivido entre el año 200 y el 100 a.C. Luego, teniendo en cuenta esto y el gran número de similitudes entre la ideología religiosa esenia y la del cristianismo, no es difícil pensar que Jesucristo, en sus mensajes según la biblia, lo que hacía era repetir las enseñanzas de los esenios. Otros quizás piensen que el maestro de la justicia era en realidad Jesucristo, pero si éste fuera el caso, jamás habría podido ser ejecutado por Poncio Pilato[35], dado que este prefecto romano vivió mucho tiempo después.

Las cuevas de Qumrán, donde se encontraron los rollos del mar muerto.[36]

La duda sobre la figura mesiánica de Jesucristo

Indudablemente, y considerando el origen judío del cristianismo, estas evidencias de que otros hombres fueron considerados mesías antes de Jesucristo no sólo trastocan la imagen de «verdadero y único salvador» que el nacido en Belén tiene a los ojos de sus fieles, sino que además ponen en entredicho la autenticidad y originalidad de sus «ideas». Si se descubriera de alguna forma contundente que el salvador de los cristianos utilizó las enseñanzas esenias para construir su mensaje, o que fue Pablo –probablemente el verdadero iniciador del cristianismo– quien las usó y se las atribuyó a Jesús en un intento de exaltarlo y convertirle en la figura del nuevo movimiento, entonces no sería equivocado afirmar que gran parte de las doctrinas cristianas –especialmente las del cristianismo primitivo– son un verdadero fraude.

La posibilidad de que Pablo o algún otro personaje cristiano o judeocristiano haya utilizado la ideología esenia para darle forma a la imagen de Jesús se hace más creíble cuando se unen las siguientes suposiciones razonables y hechos: 1) que el nombre de «Jesucristo» es en realidad una descripción (de «rey emisario de Yah» según lo manifestado antes) en lugar de un nombre propio; 2) que no existen pruebas irrefutables de que un hombre llamado Jesús, líder de una nueva secta dentro del judaísmo, hubiera existido en el tiempo en que Poncio Pilato regía sobre la provincia de Judea; 3) que las únicas evidencias que se tienen de Jesús y sus enseñanzas son los cuatro libros del nuevo testamento (Mateo, Lucas, Marcos y Juan), todos escritos varias décadas después de la muerte de Jesús; 4) y que el mismo Jesús (de acuerdo con la misma fuente bíblica) nunca se autoproclamó como mesías, jamás intentó crear una religión nueva, no usó el término «cristiano» y nació y vivió como un judío. Timmons afirma en cuanto a lo primero:

En otras palabras, el dios salvador mesiánico que los judíos estaban esperando debía llamarse «Jesús». Era más como un título honorífico que un nombre propio. En Mateo (18:21)[37], un ángel le dice a José que su esposa «tendrá un hijo, y que llamarán a su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».

Cita Original:

In other words, the messianic-savior-god that the Jews were waiting for had to be called «Jesus». It was more like an honorary title then a proper name. In Matthew (18:21) an angel tells Joseph that his wife «will bear a son, and you shall call his name Jesus, for he will save his people from their sins».[38]

Aunque el origen de la idea de Jesucristo como «el ungido» esté determinado por el mesianismo y la apocalíptica judíos, la mayoría de estos últimos no está de acuerdo con que el primero sea visto como el «salvador» prometido por Dios. Probablemente debido a las grandes diferencias que empezaron a aparecer entre las enseñanzas del judaísmo y del judeocristianismo desde el momento en que los líderes de este segundo movimiento empezaron a exaltar sobremanera la figura de Jesucristo y, quizá más importante, a aceptar a gentiles no judíos como seguidores.

Cualquiera que haya sido el caso, la mayor parte del judaísmo contemporáneo percibe a Jesucristo como un falso mesías, y muchos intentan demoler la visión cristiana de lo contrario alegando, entre otras cosas, que el hijo de María y José en realidad no cumple con las profecías mesiánicas del Tanaj[39] (gran parte del viejo testamento); que nunca se ajustó a la definición judía de «mesías»; y que los versos bíblicos empleados para sustentar la visión del Jesús salvador han sido mal traducidos. Lo que tengan que decir los estudiosos judíos no-cristianos sobre este asunto resulta interesante dado el origen del mesianismo cristiano.

En el judaísmo ortodoxo, se entiende que la tarea del mesías es abrir paso a la «era mesiánica»: conducir todo Israel por el camino hacia la Torá, reparar las brechas en la observancia, pelear las guerras de Dios, construir el tercer templo y reunir a los exiliados dispersos. Según Isaías, este «salvador» sería un descendiente paterno del rey David, regresaría a los judíos a su tierra natal y gobernaría como Rey, generando una era de paz y comprensión donde el «conocimiento de Dios» llena la tierra. Dado que Jesús nunca fue catalogado como rey, no provocó una época de paz o gran conocimiento y, de hecho, murió incluso sin cumplir parte de cualquiera de las tareas mesiánicas, es lógico que no encuadre con el concepto del mesías judío. Con Jesús, los judíos en lugar de ser redimidos fueron exiliados de su tierra; su templo fue destruido años más tarde, no reconstruido.

El rabino Shraga Simmons, en su página web Aish, agrega que, ya que Jesucristo nació de una virgen, tampoco cumple con las distintas profecías que señalan que el mesías debe ser un descendiente del rey David. Maimónides llegó a comentar que «But if he did not succeed in all this or was killed, he is definitely not the Moshiach promised in the Torah… and God only appointed him in order to test the masses»[40] (Pero si [Jesucristo] no tuvo éxito en todo esto o fue asesinado, definitivamente no es el Moshiach prometido en la Torá … y Dios solo lo designó para probar a las masas).

Bar Kokhba y la revuelta judía

A partir de esta discordia entre judíos y cristianos es sencillo comprender por qué eventualmente dentro de la historia del judaísmo surgieron otros hombres que, haciendo todavía más terrenal la visión divina de Jesucristo, se autoproclamaron como mesías. El primero y quizá más notable de ellos fue Simon bar Kokhba, líder de la llamada revuelta de Bar Kokhba en contra del imperio romano en el 132 d.C., que estableció un estado independiente judío gobernado por él mismo como príncipe durante 3 años. Este estado fue conquistado por los romanos en el 135 después de una guerra de 2 años y medio.

Se dice que la revuelta judía en contra de los romanos se dio en respuesta a las políticas de helenización que Adriano estaba aplicando en Judea, a partir de las cuales la circuncisión fue prohibida, se fundó una colonia romana dentro de Jerusalén y se construyó un templo sobre las ruinas del primer templo judío destruido por Tito en el 70. Bar Kokhba fue el líder dominante e irascible de esta revuelta, y gracias a su reputación de descendencia davídica, fue aclamado como el mesías por el rabino más grande de aquella época: Akiva ben Yosef, quien fue el que le dio el título de «Bar Kokhba», que se traduce en «hijo de la estrella» (el nombre original era Simón Bar Kosba).

La rebelión judía llegó a cobrar relevancia para los romanos, hasta el punto de que Adriano mismo fue desde Roma a visitar el campo de batalla, convocando al gobernador de Britania, Sexto Julio Severo, para que lo ayudara con 35 000 hombres de la legión X. Luego de que Bar Kokhba fuera ejecutado en el 135, en el suroeste de Jerusalén, los romanos aplastaron al resto del ejército judío. Las bajas de este pueblo se registran como 580 000, sin incluir a los que murieron de hambre y enfermedades. Judea fue desolada, el resto de la población aniquilada o exiliada y se prohibió a los judíos entrar en Jerusalén. Adriano fundó sobre ella la ciudad de Aelia Capitolina.

Simon bar Kokhba.[41]

Moisés de Creta y Simón el mago

En los siglos siguientes otros judíos continuaron proclamándose como mesías, a pesar de que después de Bar Kokhba los movimientos mesiánicos estuvieron dormidos durante mucho tiempo –aunque no por eso la esperanza en un salvador se había acabado–. Uno de ellos fue Moisés de Creta, profeta apocalíptico del siglo V d.C. que se entiende pudo haber surgido como respuesta a las invasiones que sufría la isla en un tiempo en que el imperio romano de oriente estaba en decadencia, en conjunción con una interpretación del Talmud que indicaba que el mesías aparecería en aquella época[42]. Moisés de Creta prometió guiar al pueblo y ganó a muchos judíos para su movimiento. Sus seguidores, convencidos de sus reclamos, dejaron todas sus pertenencias y esperaron el día prometido; después de lo cual siguieron a Moisés a una colina con vistas al mar y, a su orden, se lanzaron. Muchos se ahogaron o murieron por el impacto con rocas.

Hasta en el cristianismo y en el islam ha habido una buena cantidad de hombres que han creído ser el mesías elegido por Dios. Lo que da cuenta de que, para mucha gente, un «mesías» no necesariamente tiene que cumplir con altos estándares de divinidad. Simón el Hechicero, por ejemplo, fue un converso cristiano de Samaria que, en el tiempo de los apóstoles, y de acuerdo con la literatura clementina[43], afirmó en un momento dado que era cristo, llamándose a sí mismo el «permanente», y predicando y difundiendo sus propias ideas sobre Dios. En los escritos de los padres apologistas a menudo se le describe como el fundador del, alguna vez prestigioso, gnosticismo[44], hechos que muchos investigadores (aunque no todos) aceptan en la actualidad. Hipólito de Roma se refiere a él diciendo que:

Hasta que él [Simón] también vino a Roma y cayó castigado por los apóstoles. Pedro lo soportó en muchas ocasiones. Por fin llegó [. . .] y comenzó a enseñar sentado bajo un árbol plano. Cuando estuvo a punto de ser mostrado, dijo, para ganar tiempo, que, si lo enterraban vivo, resucitaría al tercer día. Así que ordenó que los discípulos cavaran una tumba y que él fuera sepultado en ella. Ahora hicieron lo que se les ordenó, pero él permaneció allí hasta ahora: porque él no era el Cristo.

Cita Original:

Until he came to Rome also and fell foul of the Apostles. Peter withstood him on many occasions. At last he came [. . .] and began to teach sitting under a plane tree. When he was on the point of being shown up, he said, in order to gain time, that if he were buried alive he would rise again on the third day. So he bade that a tomb should be dug by his disciples and that he should be buried in it. Now they did what they were ordered, but he remained there until now: for he was not the Christ.[45]

Mesías modernos

Otros «mesías» cristianos mucho más recientemente autoproclamados, y de seguro mucho más peculiares, son: Sergey Torop, conocido como Visarión; Bupete Chibwe Chisimba, o el Jesús de Kitwe; y Álvaro Thais, o Inri Cristo. El primero, nacido en Krasnodar, Rusia, afirmó que renació en 1990 como Visarión, un cristo que retornó, y dirige un culto que tiene alrededor de 10 000 seguidores, con reclamos de hasta 50 000 en ochenta y tres comunidades repartidas en 150 kilómetros cuadrados. Su movimiento, conocido como la «Iglesia del último testamento» tiene su sede principal en Siberia. En un video publicado en enero de 2014 por el canal de televisión internacional ruso RT, Visarión predijo un gran diluvio y prometió salvación y perfección espiritual a sus fieles.

Inri Cristo, por su parte, es un brasileño que en 1979 dijo haber tenido la revelación de su verdadera identidad, después de hacer un ayuno de varios días en Santiago de Chile. Vale decir que 8 años antes de esto se presentaba públicamente como Yuri de Nostradamus, profeta y astrólogo. La voz de la revelación, que según él escuchaba desde la infancia, le habría indicado: «Yo soy tu padre […] Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob», y le diría que él era el mismo cristo crucificado hace dos mil años bajo Poncio Pilato. Inri sería el acrónimo de Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum (Jesús de Nazaret, rey de los judíos). En 1982 fundaría la Suprema Ordem Universal da Santissima Trindade (Suprema Orden Universal de la Santísima Trinidad) cuyo objetivo es la formalización del «Reino de Dios prometido en la Tierra». Chisimba, de la ciudad minera de Kitwe, Zambia, afirma que recibió la revelación de Dios a los 24 años, cuando no desempeña su trabajo de taxista, se dedica a anunciar la llegada del mesías y el fin de los tiempos.

Inri Cristo de Brasil.[46]

En el Islam

En cuanto al islam, a pesar de que parecen ser menores los casos de hombres proclamándose mesías, podemos encontrar la historia de Mirzā Ghulām Ahmad, líder religioso indio y fundador del movimiento islámico Ahmadiyya[47], que lo considera el mesías y el Mahdi[48] prometidos por las profecías del Corán. El movimiento instaurado por Ahmad busca, según él, el restablecimiento de la unidad absoluta de Dios, el resurgimiento del islam a través de la reforma moral de la sociedad y la propagación de esta religión en su forma prístina. Este hombre, en oposición a la visión cristiana de la crucifixión de Jesús y de la islámica sobre la ascensión física de éste a los cielos, afirmó que la figura central del cristianismo sobrevivió a la crucifixión y murió de muerte natural.

Fue un autor prolífico que escribió más de 90 libros sobre diversos temas religiosos, teológicos y morales. Gran parte de sus obras tienen un tono polémico y apologético a favor del islam, con el que al parecer intentó establecer la superioridad de esta religión a través de la argumentación racional. Ahmad abogó por una propagación pacífica del islam y atacó a la permisibilidad de la jihad militar. Sus extensos viajes y predicación por el Punjab y Sind (India y Pakistán), en los que expresaba sus ideas mediante la manifestación de un programa reformista y sus revelaciones personales, le permitieron reunir, al momento de su muerte, un número de seguidores de 400 000. Había construido una organización religiosa dinámica con un cuerpo ejecutivo y su propia imprenta, y así como atrajo a muchos, también provocó una considerable hostilidad en su contra, en especial por parte del ulema musulmán[49].

Muhammad Ahmad también fue un notable personaje musulmán proclamado como Mahdi, redentor mesiánico de la fe islámica, por sus discípulos el 29 de junio de 1881, en medio de un período de resentimiento generalizado entre la población del Sudán hacia las políticas opresivas de los gobernantes turco-egipcios. Fue un líder religioso de la orden sufí Samaniyya que dirigió una guerra exitosa en contra de los gobernantes de entonces y logró una notable victoria sobre los británicos. Creó un vasto estado islámico que se extendió desde el mar rojo hasta África central y fundó un movimiento que mantuvo su influencia en Sudán durante un siglo más tarde.

Cuando anunció públicamente su movimiento Mahdiyya, en 1881, con el que pretendía reformar el islam, Muhammad Ahmad anunció que se prepararía el camino para la segunda venida del profeta Isa (Jesús). Asimismo, enmarcó dicho movimiento como un regreso a los primeros días del islam, cuando la comunidad musulmana estaba unida bajo la guía del profeta Mahoma. Muchas de sus doctrinas teológicas y políticas se establecieron y promulgaron entre las filas de su creciente número de partidarios, a los que él mandó a denominar Ansars[50]. Luego de su muerte repentina, el 22 de junio de 1885, su diputado principal se hizo cargo de la administración del estado naciente mahdista.

Muhammad Ahmad al-Mahdi.[51]

La recurrencia de los «salvadores»

Parece claro en este punto que siempre ha habido una tendencia entre la gente a ver en ciertos líderes carismáticos a una figura mesiánica que representa la divinidad o la salvación. Zoroastro, Majavirá, Buda, Mirza Hussein-‘Alí Nurí, Ramakrishna y muchos otros, son todos personajes, unos de mayor importancia que otros, en cierto sentido considerados salvadores de la humanidad o encarnaciones divinas por miles, millones y hasta decenas de millones de seres humanos. Esta propensión por divinizar a determinados personajes puede verse incluso en el culto a la personalidad que a lo largo de la historia se ha exhibido hacia líderes políticos –o de otras áreas– o jefes de estado que, de alguna manera, han llegado a designarse a sí mismos como representantes de dioses. Tal es el caso, por ejemplo, del ex ayatolá iraní Ruhollah Jomeini y del dictador de República Dominicana entre 1930 y 1961, Rafael Trujillo Molina; sólo por nombrar algunos. En cuanto a este último, durante su gobierno en el país caribeño llegó a utilizarse con asiduidad la frase de: «Dios en el cielo, Trujillo en la tierra»[52].

Las conclusiones ineludibles en todo este asunto es que la visión mesiánica de las figuras religiosas es algo sumamente común; y que, debido a ello, la idea de divinidad de dichas figuras se hace muchísimo menos creíble. Con la enorme cantidad de hombres que se han designado a sí mismos como salvadores del mundo, o que lo han sido por sus seguidores ¿Cómo podemos afirmar que el salvador verdadero es Jesucristo o algún Mahdi próximo a llegar a la tierra? ¿Es siquiera racional atribuir el término de «mesías» a alguna de estas figuras? A estas alturas parece ser que la divinidad de ciertos personajes históricos en realidad no está definida tanto por sus extraordinarias acciones, como por la inclinación mesiánica de sus partidarios.

Desde un punto de vista racional, la figura de Jesucristo como «salvador», «redentor» y/o «mesías» –y de cualquier otro que ostente alguno de estos títulos o similares en cualquier religión– pierde mucha credibilidad cuando se observa la gran cantidad de individuos que, en algún momento de la historia, han sido calificados de la misma manera. Más aún si se tiene en cuenta que no hay ningún tipo de medición imparcial, fuera del contexto de cualquier religión, mediante la que se pueda decidir quién es el verdadero salvador, o quién es más salvador que otro.

Cuestionando a Jesús como mesías

Aunado a lo anterior, la historia misma de Jesucristo es otro elemento con el que se puede cuestionar todavía más la visión de este personaje como «salvador»; y es que él no sólo no llevó a cabo ninguna acción excepcional que le permitiera ser bien conocido fuera de los relatos bíblicos y/o cristianos –tiene muy pocas e imprecisas menciones entre las obras de los historiadores de su época[53]–; sino que tampoco consiguió el apoyo de un notable número de partidarios mientras vivía –no hay pruebas de cuántos pudieron haber sido; el cristianismo vino a prosperar mucho después de su muerte–; y no se tiene evidencia de que él mismo haya formado ningún movimiento religioso que se desmarcara de forma radical del judaísmo bajo el que vivió. De hecho, según la biblia[54], El término mismo de «cristiano» habría aparecido en el año 42, probablemente más de 10 años después de la muerte de Jesús y en una época en la que Pablo ya se encontraba llevando a cabo su determinante labor evangelizadora. Ni hablar de la posibilidad de que las doctrinas que supuestamente enseñó este personaje tengan su origen en el culto esenio.

¿Qué sustento definitivo se tiene entonces para afirmar que Jesús es, o fue, el «mesías» o «salvador»? No hay forma de saberlo y, por tanto, es bastante dudoso de que lo sea. Por desgracia para los cristianos, encontrar las pruebas de este hecho en la biblia no demuestra nada en tanto otros libros o relatos, de otras religiones o sectas, contengan «evidencias» o expresen que otro, y no Jesús, es el verdadero «salvador».


[1] Cuando, según la biblia, era un poderoso y cosmopolita reino del Cercano Oriente.

[2] Conjunto de expresiones literarias surgidas en la cultura hebrea y cristiana durante el período helénico y romano (siglos II y I a.C. y siglo I hasta mediados del siglo II) y que expresan, por medio de símbolos y complejas metáforas, la situación de sufrimiento del pueblo judío o de los seguidores de Cristo y su esperanza en una intervención mesiánica salvadora.

[3] Desde la muerte del joven emperador en el siglo IV a. C. hasta la dominación romana en el siglo I a. C.

[4] Probablemente el rey más conocido de los caldeos.

[5] Imperio sucesor del de Alejandro Magno en Oriente Próximo, que en su mayor esplendor incluyó Anatolia central, el Levante, Mesopotamia, Persia, la actual Turkmenistán, Pamir y algunas zonas de Pakistán. Antíoco IV fue su rey entre el 175 a.C. y el 164 a.C.

[6] La dispersión del pueblo judío a través del mundo alejandrino. A partir de entonces, gran parte de los judíos —especialmente los que vivían en Egipto, Cirenaica y Siria— comenzaron a usar el griego para entenderse entre ellos y también en las sinagogas

[7] A manos de Tito y las legiones romanas en el 66 d.C., debido a la revelación de los judíos contra la autoridad del emperador.

[8] Ocurrida entre el 132 y 3l 135, fue la segunda gran revuelta judía en la provincia romana de Judea y la última de las grandes Guerras judeo-romanas. Fue aplastada por Adriano, quien luego, en un intento de menguar definitivamente la identidad judía, prohibió la Torá, el calendario judío y mandó ejecutar a numerosos rabinos estudiosos y eruditos. También instaló dos estatuas en la zona del antiguo templo, una del dios romano Júpiter y otra de él mismo, y administrativamente eliminó la provincia para unirla a la de Siria Palestina.

[9] eSefarad.com. 811 AÑOS DEL FALLECIMIENTO DE MAIMÓNIDES. https://esefarad.com/?p=61214.

[10] Wikimedia Commons. Detail from Arch of Titus. commons.wikimedia.org/wiki/File:Detail_from_Arch_of_Titus.jpg

[11] Uno de los nombres con que el Antiguo Testamento se refiere a Yahvé, o Dios.

[12] BibleGateway. Isaías 45:1-7. https://www.biblegateway.com/passage/?search=Isa%C3%ADas%2045:1-7&version=RVR1960

[13] Joseph Jacobs fue presidente de la Sociedad Histórica Judía de Inglaterra y es miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia. Moses Buttenwieser es profesor asistente de exégesis, en el Colegio Hebreo de la Unión, Cincinnati, Ohio.

[14] Historiador alemán de principios de finales del siglo XIX.

[15] Joseph Jacobs y Moses Buttenwieser. MESSIAH (Hebr., «Ha-Mashiaḥ»; Aramaic, «Meshiḥa» = «anointed one»). http://jewishencyclopedia.com/articles/10729-messiah.

[16] Código civil y religioso, elaborado entre el siglo III y el V por eruditos hebreos de Babilonia e Israel, que recoge principalmente las discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, narraciones y dichos, parábolas, historias y leyendas.

[17] Sumo sacerdote de Israel en los tiempos del segundo templo.

[18] Gorro alto formado por dos piezas terminadas en punta, una delantera y otra trasera, que forma parte de la vestimenta ceremonial de un obispo.

[19] Según la Biblia y la tradición judía, profeta, autor y protagonista del Libro de Daniel, incluido en el Tanaj y en las Sagradas Escrituras cristianas.

[20] Colecciones de leyendas que tratan de las míticas hazañas de Alejandro Magno, elaboradas por un autor desconocido, al que se denomina Pseudo Calístenes, dado que manuscritos posteriores atribuyen equivocadamente la obra al historiador griego Calístenes de Olinto, quien no pudo haberla ejecutado por vivir y morir antes de Alejandro Magno.

[21] Método de exégesis de un texto bíblico, dirigido al estudio o investigación que facilite la comprensión de la Torá, texto que contiene la ley y el patrimonio identitario del pueblo judío.

[22] Francisco Marcos Marín. Libro de Alexandre. http://www.cervantesvirtual.com/s3/BVMC_OBRAS/ff1/d10/188/2b1/11d/fac/c70/021/85c/e60/64/mimes/ff1d1018-82b1-11df-acc7-002185ce6064_2.htm

[23] Gerardo Altamirano. Alejandro Magno y el encierro de Gog y Magog. http://www.bibliotecagonzalodeberceo.com/berceo/altamirano/gogmagogalexandre.htm.

[24] Natalia Klimczak. Los sorprendentes vínculos entre Alejandro Magno y el cristianismo. https://www.ancient-origins.es/noticias-general-historia-personajes-famosos/los-sorprendentes-v%C3%ADnculos-entre-alejandro-magno-el-cristianismo-003430

[25] Losa de piedra con 87 líneas en hebrero escritas con tinta, que contiene una colección de profecías cortas escritas en primera persona.

[26] Colección de 972 manuscritos, que datan del año 250 a. C. al año 66 d. C., antes de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén por los romanos en el año 70 d. C. Encontrados en cuevas situadas en Qumrán (Cisjordania, Estado de Palestina), a orillas del mar Muerto.

[27] Rebelión por parte de los judíos, que tuvo lugar de 167 a 160 a. C., dirigido por los Macabeos, un movimiento judío de liberación, contra el Imperio seléucida y la influencia helenística en la vida judía.

[28] Antonio Las Heras Padovani. Jesús de Nazareth: Toda la verdad sobre la figura más polémica de la Historia, p. 214.

[29] Autor de varios libros sobre el cristianismo.

[30] Mill Timmons. Origins of Christianity: The True Story. http://www.miltontimmons.com/Origins.html

[31] José Rodríguez. La oscuridad en el Nuevo Testamento; I.3. La pasión y muerte de Jesús, p. 36.

[32] Eduardo Mora-Anda. LO SECRETO Y LO SAGRADO. Hechos y vivencias sobre religiones y sectas (2014), p. 158.

[33] BibleGateway. Mateo 18:15. https://www.biblegateway.com/passage/?search=Mateo+18%3A15&version=RVR1960.

[34] Timmons op. cit. (30).

[35] Quinto prefecto de la provincia romana de Judea, entre los años 26 y 36.

[36] Wikipedia. Kumeran4. https://en.wikipedia.org/wiki/File:Kumeran4.jpg

[37] BibleGateway. Mateo 18:21. https://www.biblegateway.com/passage/?search=Mateo+18%3A21&version=RVR1960.

[38] Timmons op. cit. (30).

[39] Conjunto de los veinticuatro libros sagrados canónicos en el judaísmo.

[40] Rabbi Dina Rosenberg. What do Jews Believe about Jesus? https://www.sefaria.org/sheets/235113?lang=en

[41] Wikipedia. Arthur Szyk (1894-1951). Bar Kochba (1927), Paris. https://en.wikipedia.org/wiki/File:Arthur_Szyk_(1894-1951)._Bar_Kochba_(1927),_Paris.jpg

[42] Sefaria.org. Sanhedrin 97b. https://www.sefaria.org/Sanhedrin.97b.17?lang=bi&with=all&lang2=en

[43] Escritos apócrifos que circularon en época de la Iglesia primitiva bajo la autoría de Clemente de Roma.

[44] Conjunto de corrientes sincréticas filosófico-religiosas que llegaron a mimetizarse con el cristianismo en los tres primeros siglos de nuestra era, convirtiéndose finalmente en un pensamiento declarado herético después de una etapa de cierto prestigio entre los intelectuales cristianos.

[45] Tim Smith. God’s Word for You – Acts 8:9-11 Magic and magical arts. https://splnewulm.org/church/gods-word-for-you-acts-89-11-magic-and-magical-arts/

[46] Wikipedia. Inri Cristo. https://pt.wikipedia.org/wiki/Ficheiro:Inri_Cristo.jpg

[47] Movimiento de renacimiento islámico, o mesiánico, fundado en Punjab, India Británica, a fines del siglo XIX.

[48] El Mahdi es una figura escatológica islámica árabe que, según el islam, vendrá a la Tierra para dirigirla durante algunos años antes del fin del mundo, librándola del mal y restaurando la verdadera religión.

[49] Comunidad de estudiantes legales del islam y la Sharía.

[50] Significa «ayudante», son los originarios de Yathrib convertidos al islam. Es un término islámico que se aplicaba originalmente a algunos de los acompañantes del profeta Mahoma.

[51] Wikipedia. Muhammad Ahmad al-Mahdi. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Muhammad_Ahmad_al-Mahdi.jpg

[52] ABC. «Trujillo manda en la tierra, Dios manda en el cielo». https://www.abc.es/cultura/teatros/abci-trujillo-manda-tierra-dios-manda-cielo-201911220110_noticia.html

[53] Sólo Plinio el Joven, Suetonio, Tácito y Flavio Josefo se refieren a él de un modo bastante superficial.

[54] Daniel Iglesias. El término «cristiano» y la datación del Nuevo Testamento. https://www.infocatolica.com/blog/razones.php/1504050531-el-termino-cristiano-y-la-dat